El fracaso no es equivocarse, sino más bien una oportunidad de aprender, y aprender significa ser mejor que ayer.
Debemos ser honestos, nadie nace ganando. Todos nacemos llorando, horrorizados de no querer abandonar el lugar en donde creíamos que lo teníamos todo, o mejor dicho, no queríamos cambiar. Fracasar, lo que de verdad se dice fracasar, tiene mucho que ver con esto último, ya que es encerrarse en una zona de confort por miedo al cambio.
Así nos han enseñado, el fracaso es “malo”, es algo a evitar a toda costa, como si fuera una enfermedad terrible que jamás te podrás quitar. Lo verdaderamente malo es esta visión reduccionista, que nos hace perder la oportunidad de extraer lo bueno del fracaso: EL APRENDIZAJE.
“El éxito muchas veces depende de la capacidad para digerir y aprovechar el fracaso”
Alexander Fleming quien descubrió la Penicilina (la cual ha salvado muchas vidas) lo hizo gracias a un fracaso. Él experimentaba con cultivos de bacterias a los cuales por error no tapo un día y se contaminaron con el aire, lo cual provocó que murieran sus bacterias y creciera un hongo (del cual surgiría la Penicilina posteriormente). Todo el trabajo de un experimento arruinado ¡EPIC FAIL! Extrañamente, Flemming no maldijo su mala fortuna, ni se dejó agobiar por la culpa de su descuido; decidió ver lo que pasó y aprovecho la oportunidad para aprender, prácticamente transformó un fracaso en un éxito.
Pero ¿cómo lo hizo?
Primero que nada hay una herramienta con la que todos contamos y en el mundo de la ciencia de la mente y el comportamiento, la llamamos la reestructuración cognitiva ¿La qué? Este término pretencioso simplemente implica el resignificar los sucesos, es decir, atribuirles otro sentido para nosotros.
Por ejemplo con Fleming:
Pudo ver su experimento arruinado y decir “que tonto soy, como no tape mis cultivos, acabo de arruinar muchos días de trabajo”. Esto probablemente le generaría emociones desagradables como: tristeza, frustración y/o sentimiento de inutilidad (aunque pueden ser otras, depende de cada persona).
Pudo pensar “ok, ya no salió mi experimento, pero estos hongos nunca los había visto ¿Qué serán?" Esto seguramente le provocó emociones más agradables: entusiasmo y/o tranquilidad.
Básicamente el tomo una situación que ya no podía cambiar, y en lugar de lamentarse por lo que no está bajo su control, se enfocó en cambiar lo que sí estaba bajo su control, es decir, sus pensamientos al respecto. Resignificar es eso, cambiar nuestra forma de interpretar un suceso, para generarnos emociones que no nos destruyan.
-¡¿Así de simple?!-
-Si-
-¿Por qué no lo hacen todos?-
El proceso suena simple, no obstante hay que pelear intensamente con uno mismo. Así como un boxeador entrena con su sombra para ser más rápido y fuerte, cada uno de nosotros tiene que pelear con la sombra de sus pensamientos negativos, aquellos que ven el fracaso como algo de lo cual avergonzarse, algo a lo que le tienes que huir. En el momento en el que ves al fracaso de esa forma ya perdiste, porque vas a hacer todo lo posible por evitarlo, incluso el intentar alcanzar tus sueños por temor a no lograrlo.
El tema de resignificar, es algo más amplio, imposible de describir de forma breve. No obstante si tú crees que necesitas ayuda en este tema para lograr tus metas o salir de un problema personal. Psi Quiero Puedo te regala tu primera sesión online de asesoría, sin compromiso; y si te convence puedes seguir con el proceso con tu asesor. Manda tu solicitud aquí.
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